De como la libertad más absoluta y el amor a la tranquilidad, la paz y el sosiego que transmite la naturaleza convierten a una niña como Heidi en el ser más feliz de la tierra, es algo que la creadora de ese fantástico libro hizo calar muy hondo en el corazón y la memoria de toda una generación.
Si recogemos algunos de esos elementos, el invierno, las botas de vaquerita (de piel pero tipo zueco), algún chaleco de pelo(sintético si puede ser), el color de la nieve para las prendas de lana gruesa, y el colorido en la falda que una niña rematadamente feliz llevaría, el look es el de una renovada montañesa, una Heidi 3.0, que puede trasladar toda esa paz natural a la ciudad y al día a día.
Dedicado a todos los abuelos que, como el mío, han contribuído a dejar esparcidas semillas de felicidad a todas las nietas-heidi del mundo. Gracias!!!
Feliz Lunes!!
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